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Parte 3/5 del relato del chico de la grúa

 Durante el viaje a su casa, me pasaban mil cosas por la cabeza… ¿Será  tan bueno como parece follando? ¿Aguantará el ritmo quenecesito o se  correrá enseguida? ¿Ganará más desnudo o vestido? ¿Le gustará como soy  yo en la cama? ¿Será el típico que no se mueve o me dará caña? 

 Mil cosas se me pasaban por la cabeza, estaba deseando aclarar todas mis  preguntas, averiguar todo lo desconocido. He de decir que me costaba  mucho pensar, ya que tenía una de sus grandes manos tocándome el coño  mientras conducía. Le miraba de reojo y veía como tenía la vista puesta  en la carretera; no me miraba, solo tocaba mi coño, se mordía el labio,  suspiraba... pero no me miraba. Esta situación me puso aún más cachonda,  notar como me tocaba pero no me prestaba mucha atención, sentirme  utilizada (por así decirlo), sentirme ignorada pero poniéndome cada vez  más caliente. Siempre acabo sacando mi lado más sumiso, me gusta  sentirme utilizada en el sexo, me gusta que un hombre me utilice para  darse placer. Esa situación, ver como el hombre disfruta de mí, me  vuelve loca, sentir que le da igual lo que yo quiera y que sólo se está  satisfaciendo con mi cuerpo. En definitiva, sentirme una puta es lo que  me encanta. 

 Me dí cuenta que ya no controlaba yo la situación, que ahora él mandaba y  tenía las riendas, así que ahora yo pasaba a ser su puta y a obedecer  sin rechistar.

 Pasaba sus dedos por mi coño muy lentamente, de arriba a abajo,  empapando lo poco a poco, rozando la entrada de mi coño con la punta de  los dedos. Cada vez que apretaba un poco la entrada, yo suspiraba y  movía mis caderas, pidiendo que me los metiera, pero nunca los metía. No  paraba de gemir para ponerle más cachondo aún, intentando conseguir que  no se resistirá a metermelos de golpe. Gemía sin parar, empapándole el  asiento, cada vez gritando más, moviendo mis caderas más rápido. No  obtuve respuesta alguna, ni se inmutaba, solo le crecía la polla, le  palpitaba, se movía debajo del pantalón deseando salir. Entre todo lo  que estaba pasando, todo lo que sentía, no podía dejar de mirar esos  movimientos, se me hacía la boca agua solo de pensar que esa polla  quería follarme toda la noche… 

 Sin esperarmelo, de repente me miró, y me metió en la boca los cuatro  dedos que habían estado en mi coñito, llenos de flujo. Después de esto  se rió, fijando su mirada en mis ojos, penetrante, dominante, y me dice:  Tendrías que ver la cara que tienes de zorra, después soltó una risa y  se giró para seguir conduciendo como si nada

 JODER con el de la grúa!!!!! Que guarra me puso que se riera de mi, que  me dijera esas palabras…. Me puso más cerda que nunca, de verdad. 

 ¡¡POR FIN LLEGAMOS A SU CASA!! 

 Fueron los 15 minutos más largos de mi vida, aunque también los más  placenteros… Me levanté, noté un hilillo de flujo que iba desde el  asiento a mi culo, me baje la falda, que estaba empapada, y me giré para  comprobar lo mojado que estaba el asiento... No os imagináis la  cantidad de flujo que pude soltar en 15 minutos!! Después se acercó a mí  y me apoyó contra la puerta del coche acercándose lentamente a mi boca,  mientras mi piel se ponía de gallina y me daba un escalofrío intenso:  estaba deseando que me besara, sentir su lengua jugando con la mía… Me  dió un morreo cogiéndome del pelo bien firme, bajando su otra mano por  mi espalda hasta llegar a mi culo empapada, y después me subió la falda  en plena calle, para meterme un dedo, de golpe... Entró tan fácilmente  por lo mojada que estaba, que casi ni note como entraba!!!

 No me dejó casi respirar, me mordía los labios, y yo, inconscientemente,  cuando se separaba un poco de mí le lamía los labios gimiendo,  mirándole a los ojos, lamiendo como una perra y gimiendo despacito.  Puedo decir que eso le encantó, el cabrón se apartaba a propósito para  que le lamiera, le encantaba ver lo perra que me gustaba ser y quería  ver hasta donde llegaría mi sumisión... y yo también, la verdad. No  paraba de preguntarme porqué, impulsivamente, hacia esas cosas, sin  pensarlas, haciéndome ser suya, deseando ser la puta de un desconocido. 

 Sacó su dedo de mi culo y lo lamió enterito, de arriba a abajo, y se rió  mirándome. Después, como si nada, me dió una palmada y me enseñó el  camino a su casa. Estaba nerviosa y a la vez tenia un subidón de  adrenalina tremendo, una mezcla rarísima. Entramos en su casa y recuerdo  que se fue al baño, me dijo que me pusiera cómoda y eligiera donde  quería ser follada... Vamos, directito el chico jajajaja. La verdad es  que me imaginaba una casa más sosa, pero era bastante bonita, grande,  con una buena terraza con buenas vistas, todo bien decorado pero muy  moderno, nada cargado. 

 Me senté en la terraza, en un sillón de esos colgantes muy cómodo,  necesitaba algo de aire y pensar en todo lo que estaba pasando. Estuve  como 10 minutos esperándole, me tomé un cubata y le preparé otro para  que no nos diera bajón. No quería contarlo, pero mientras preparaba los  cubatas, no pude evitar jugar con los hielos en mis pezones, estaba muy  guarra, necesitaba que me follara ya. Cogí un hielo y lo pasé por mis  pezones, los quería tener bien duros para el chico. Mientras me pasaba  los hielos cogí un desodorante, lo primero que vi, necesitaba follarme  el coñito urgentemente, nunca había estado así de cachonda... así que no  tardé en metermelo en el coño, estaba tardando mucho el cabrón!!!! No  quería que me viera tan cerda, metiéndome su desodorante, estaba atenta a  si salía, porqué temía que me riñera y no me follara o que pensara algo  raro. Me apoye en la encimera, abrí mis piernas, escupí en mi coño y me  metí todo el desodorante (para que os hagáis una idea es el típico de  axe de hombre ).  No pude esconder el tremendo gemido que me ocasionó notar algo bien  gordo dentro de mí, no podía parar de meterlo, sacarlo, lamer para  probar mi coño, decirme lo puta que era y volver a meterlo dentro.  Fueron como 3 minutos, pero lo disfrute como si me hubiera follado  bastante más tiempo, fue muy intenso. Escuche la puerta del baño, me  enderecé, dejé el desodorante escondido, lleno de flujo, oliendo a coño y  terminé de hacer los cubatas. Se acerco por detrás y me mordió el  cuello... ¡¡menos mal que no se dió ni cuenta!!

 Estuvimos besándonos en la cocina un buen rato, él me besaba, yo le  lamía, le gemía, me movía para restregarme con su polla. Él me empujaba  hacia sí mismo, con mucha fuerza, rozando mi clítoris con su pantalón,  poniéndome lo más guarra que podía, me cogía del cuello, del pelo, me  miraba fijamente, dominante, sin decirme nada en todo el rato, solo  disfrutando de la puta que tenía delante…

 Después de un rato así, me preguntó si había pensado dónde quería ser  follada. No me lo pensé y le dije que en la terraza. Sonrió y dijo, dame  tres razones por las que te tengo que follar ahí, y si no me convences,  te follaré en la cama, a mi manera. 

 Sin pensar le dije que quería ser follada y escuchada por los vecinos,  que quería ser humillada y sentirme muy puta, utilizada, que no quería  que fuera un polvo más, si no uno de mis mejores polvos. No sé si era la  respuesta que él esperaba pero me cogió del pelo y del cuello, me llevó  a la terraza, me arrodilló en el suelo, se aparto unos pasos para atrás  para verme mejor, mientras se quitaba la camiseta me miraba y se reía,  supongo que de mi y de lo que iba a hacerme... Sabía que me encantaba  que se riera de mi, por que cada vez que lo hacía, se me ponía cara de  zorrita caliente, que así es como él llamaba a esa cara… 

 Me quitó el vestido de forma un poco bestia, pero me gustó. Se acercó a  mi, me dijo que abriera la boca; la abrí sin rechistar, mirándole a los  ojos con una sonrisa, esperando que me diera polla, deseando tragarme la  toda. Soltó un escupitajo en mi boca y se sacó la polla por la  cremallera, estaba gordísima, dura como una piedra, con las venas  marcadas y la gotita preseminal en su punta. No tragué su saliva, me  metió la polla en mi boca y empezó a follarme la sin piedad. Yo tenía  ganas de lamer la y comerme la poco a poco; pero él no, todo lo  contrario, solo quería follarme la boca. La metió de golpe, aguantando  la dentro unos segundos, y cuando veía que le decía con la mirada que no  podía más la sacaba, siempre haciéndome sufrir al máximo. Yo intentaba  no cerrar la boca para que no parará de meterme su polla hasta el fondo,  bien obediente y sumisa como él quería; me la follaba una y otra vez  mientras me caían las babas por las comisuras de mis labios, manchándome  la barbilla y las rodillas. Cuando podía intentaba mirarle, ver como  disfrutaba con mi garganta. Pero no podía, me tenía cogida del pelo para  que no quitara la boca. Sentía como chorreaba mi coño, como se mojaban  mis gemelos y tobillos, como mi flujo creaba hilos hasta ellos. Estaba  disfrutando al máximo siendo utilizada como él quería, atragantándome y  follándome la boca a su antojo.

 Sacó su polla de mi boca, llena de babas, cogió las que me chorreaban  por la barbilla y me las metió en la boca. Me encantaba saborear mis  babas, sabían a su polla, así que no quería tragarme las y estuve un  rato jugando con ellas en la boca mientras le sonreía y el se pajeaba  viendo ese espectáculo. Me había puesto tan cachonda que hacía lo que él  ordenara con tal de satisfacerle.

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